Psicología Positiva, RRHH

Psicología Positiva y RRHH

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Una de las áreas donde la Psicología Positiva está tomando un claro posicionamiento es en el área laboral, donde los gestores de RRHH ya no se satisfacen con los ya conocidos métodos tradicionales de encuestas de satisfacción laboral o los llamados diagnósticos de clima laboral, hoy en día dan mayor importancia a la ecuación:

SATISFACCIÓN LABORAL = PRODUCTIVIDAD

Donde los trabajadores tienen una relación cordial y horizontal con los que tienen mayor jerarquía, donde el trabajador de mayor rango se hace responsable del bienestar y sentido de satisfacción de los que trabajan junto a él, funcionando como un motivador, basando la animación en la capacidad de despertar en cada uno de sus compañeros, habilidades de autorrealización, como si fuese un entrenador que prepara a cada joven ejecutivo en las habilidades que requiera para afrontar la demanda laboral actual, dentro de un clima de confianza y asistencia, valorando la autoestima y fortaleciendo el autoconcepto de todas las personas de su entorno y responsabilidad, creando escenarios de seguridad y de compañía.

También supone un giro en el desarrollo de los RRHH, ya que pasamos de considerar la salud de los empleados como un medio para conseguir otros fines, a considerarla como un bien en sí misma, como un valor estratégico central en los objetivos empresariales. Y lo más importante, las organizaciones, pueden poner en práctica estrategias de RRHH para desarrollarse hacia un modelo de organización saludable (Salanova, 2009).

Es un hecho hoy día que para poder sobrevivir y prosperar en un contexto de cambio económico y social continuo, en donde existen crisis y convulsiones económicas y financieras, las organizaciones necesitan tener empleados motivados y psicológicamente sanos; para conseguirlo, las políticas de RRHH deben estar sincronizadas con estos valores y con el contexto global tan complejo.

La aproximación positiva se basa en las fortalezas del empleado y del funcionamiento organizacional óptimo, que ofrezca respuestas a las demandas emergentes. La razón no es otra que los beneficios económicos y sociales generados por las organizaciones saludables superan en creces a los generados por aquellas enfermas o tóxicas. Las organizaciones saludables afrontan las crisis con mayores tasas de éxito que aquellas poco saludables o tóxicas, es más, no sólo sobreviven a las crisis o logran adaptarse a ellas, sino que salen todavía más fortalecidas, siendo organizaciones resilientes.

En este contexto, las organizaciones saludables se pueden definir como aquellas que “realizan esfuerzos sistemáticos, planificados y proactivos para mejorar la salud de los empleados mediante buenas prácticas relacionadas con la mejora de las tareas (por ejemplo, con el diseño y rediseño de puestos), el ambiente social (canales de comunicación abierta, por ejemplo) y la organización (estrategias de conciliación trabajo/vida privada)” (Salanova, 2008, Salanova y Schaufeli, 2009).

Bajo este prisma, el hecho de considerar la salud de los trabajadores como un valor estratégico de la organización, permite que ésta disponga de más recursos para afrontar las crisis y superarlas.

Psicología Positiva, RRHH

Prevención a través del Optimismo

Salud

Cuando hablamos de Psicología Positiva, Optimismo, Felicidad…. Surge una pregunta: En el mundo en que vivimos, lleno de tragedias diarias, ¿puede una persona ser feliz?

Los estudios sugieren que una persona puede ser feliz mientras se enfrenta a la vida con realismo y mientras se trabaja de manera productiva para mejorar las condiciones de existencia.

También encontramos estudios, como los de Shelley y Taylor y sus colaboradores que argumentan que creencias excesivamente optimistas sobre el futuro pueden proteger a las personas ante la enfermedad (Taylor et al., 2000). Los resultados de numerosos estudios de pacientes con enfermedades mortales, como el SIDA, indican que aquellos que siguen siendo optimistas muestran los síntomas más tarde y sobreviven más tiempo que los pacientes que se enfrentan a la realidad de forma más objetiva. De acuerdo con estos autores, los efectos positivos del optimismo están mediados principalmente a nivel cognitivo. Un paciente optimista es más probable que practique hábitos saludables y logre apoyos sociales. También es posible, aunque no está demostrado, que los estados positivos afectivos puedan tener un efecto fisiológico directo que retardaría el curso de la enfermedad.

Como apunta Taylor et al., esta línea de investigación tiene implicaciones enormemente importantes para mejorar la salud mediante la atención y la prevención.

Desde este punto de vista, la Psicología Positiva pretende ser descriptiva y preventiva. A través del estudio de las relaciones entre las condiciones que permiten mejorar las fortalezas individuales e institucionales podremos llegar a confeccionar una matriz empírica para alcanzar el bienestar. Such describe, por ejemplo, una matriz en la que determinados talentos bajo las oportunas condiciones puedan conducir a alcanzar los resultados óptimos. Esta matriz, podría informar a las personas u organizaciones de las mejores opciones que pueden tomar en el curso de su vida. De esta forma, la Psicología podría convertirse en una disciplina preventiva. De hecho, actualmente, tenemos buenas razones para pensar que las técnicas que se basan en los rasgos positivos y las experiencias de trabajo subjetivas pueden prevenir la depresión, a través del optimismo (Seligman, Schulman, DeRubeis y Hollon, 1999).

Psicología Positiva

Conceptos básicos de Psicología Positiva

Para Seligman y Csikszentmihalyi (2000), la Psicología Positiva no es sino una rama de la Psicología, que con la misma rigurosidad científica que ésta, focaliza su atención en un campo de investigación e interés distinto al adoptado tradicionalmente: las cualidades y características positivas humanas.

Según estos autores los mayores progresos en prevención han venido desde perspectivas centradas en la construcción sistemática de competencias. En este sentido, se ha demostrado que existen fortalezas humanas que actúan como amortiguadoras contra el trastorno mental y parece existir suficiente evidencia empírica para afirmar que determinadas características positivas y fortalezas humanas como el optimismo, la esperanza, la perseverancia, o el valor, entre otras, actúan como barreras contra dichos trastornos.

Sin embargo, de forma histórica, la psicología ha concebido al ser humano como un sujeto pasivo, que reacciona ante estímulos del ambiente. Desde el paradigma conductista, la psicología se enseñaba como si fuera una rama de la mecánica estadística, presentando a los seres humanos como focos pasivos: los estímulos se encienden y suscitan respuestas. Refuerzos externos, que debilitan o fortalecen las respuestas de los sujetos. Durante mucho tiempo el foco de la psicología aplicada se ha centrado en curar el sufrimiento de los individuos y ha habido una explosión en la investigación de los trastornos mentales y los efectos negativos de los estímulos estresores. Los profesionales han tenido el cometido de tratar los trastornos mentales de los pacientes dentro de un marco patogénico en el que es crucial la reparación del daño. Sin embargo, la Psicología no es sólo un brazo de la Medicina centrado en la enfermedad, la salud mental es mucho más que eso. En los últimos años se han alzado voces que, retomando las ideas de la Psicología Humanista acerca de la necesidad del estudio de la parte positiva de la existencia humana, han aportado un sólido aporte empírico y científico a esta parte descuidada de la psicología.

El término Psicología Positiva ha sido desarrollado por Martín Seligman, investigador que, habiendo dedicado gran parte de su carrera al trastorno mental y al desarrollo de conceptos como la indefensión aprendida, ha dado un giro radical en su orientación, elaborando y promoviendo una concepción más positiva de la especie humana.

La Psicología Positiva tiene como objeto optimizar el funcionamiento humano positivo a través del conocimiento científico y de intervenciones eficaces que logren hacer florecer a los individuos, familias, comunidades (organizaciones).

Desde este punto de vista, la psicología positiva insiste en la construcción de competencias y en la prevención. Para Seligman, el concepto de psicología positiva no es nuevo en la psicología, ya que antes de la Segunda Guerra Mundial la Psicología se había propuesto alcanzar tres misiones distintas:

  1. Curar la enfermedad mental
  2. Que la vida de todas las personas fuera más productiva y satisfactoria
  3. La identificación y el cuidado del gran talento

En un primer momento, surgieron estudios como los de Terman sobre la superdotación y la felicidad conyugal (Terman, 1939) y civil (Terman, Bütten-Wieser, Ferguson, Johnson y Wilson, 1938), Watson estudió la crianza efectiva (Watson, 1928) y Jung realizó un trabajo relativo a la búsqueda y el descubrimiento del significado de la vida (Jung, 1933). Inmediatamente después de la guerra, dos eventos (ambos económicos) cambiaron el curso de la Psicología:

  • En 1946 se funda la Administración de Veteranos (Veterans Affairs), y miles de psicólogos descubrieron que podían ganarse la vida tratando enfermedades mentales.
  • En 1947 se funda el Instituto Nacional de Salud Mental, basado en el modelo tradicional de la enfermedad, en este momento, los académicos descubrieron que podían obtener subvenciones si la investigación que realizaban era sobre la patología.

Esto proporcionó muchos beneficios, puesto que ha habido grandes avances en la comprensión y el tratamiento de la enfermedad mental, al menos 14 trastornos previamente intratables, lograron ser curados o aliviados considerablemente (Seligman, 1994). Sin embargo, las otras dos misiones (hacer que la vida de las personas fuera más productiva y satisfactoria y el cuidado e identificación del gran talento) fueron casi olvidadas.

De la misma manera, podemos encontrar claras tendencias positivistas en la corriente humanista de los años 60, representada por autores tan reconocidos como Carl Rogers, Abraham Maslow o Erich Fromm. Desgraciadamente la psicología humanista no se ha visto acompañada de una base empírica sólida y ha dado lugar a una inmensa cantidad de movimientos de autoayuda dudosos y poco fiables (Seligman y Csikszentmihalyi, 2000). En esta búsqueda de la mejora del ser humano, de las características que hacen que florezca su potencial, la psicología positiva no confía en sueños dorados, utopías, espejismos, fe, ni autoengaño, sino que adopta el método de la psicología científica, ampliando el campo tradicional de actuación.

En palabras de Martín Seligman, la Psicología Positiva surge como un intento de superar la resistente barrera del 65% de éxito que todas las psicoterapias han sido incapaces de sobrepasar hasta hoy. Las técnicas que surgen de la investigación en psicología positiva vienen a apoyar y complementar las ya existentes. Gracias a la investigación teórica en torno a esta área, el abanico de la investigación se verá ampliamente enriquecido. En este sentido la relación de variables como el optimismo, el humor o las emociones positivas en los estados físicos de salud se alza como uno de los puntos clave en la investigación en Psicología Positiva. Es decir, busca comprender, a través de la investigación científica, los procesos que subyacen a las cualidades y emociones positivas del ser humano, durante tanto tiempo ignoradas por la Psicología.

El objeto de este interés no es otro que aportar nuevos conocimientos acerca de la psique humana no sólo para ayudar a resolver los problemas de salud mental que adolecen a los individuos, sino también para alcanzar mejorar la calidad de vida y el bienestar, todo ello sin apartarse nunca de la más rigurosa metodología científica.

La Psicología Positiva presenta un nuevo punto de vista desde el que entender la psicología, un nuevo paradigma, en el que superar los conceptos centrados en la patología y crear una terminología positiva que complemente las abundantes expresiones negativas tan presentes en la psicología tradicional. El impacto de este nuevo paradigma no sólo tendrá efectos positivos individuales, también tendrá efectos sociales, beneficios en un mundo complejo que constantemente plantea nuevos retos para sus habitantes.

Basado en:

Seligman, M.E.P. y Cskszentmihalyi, M. (2000). Positive psychology: an introduction. American Psychologist, 55, 5 – 14.