Mindfulness, Psicología Positiva

Mindfulness y Fertilidad: bajo mi propia experiencia

Meditación-embarazo

Esta es una de las entradas que más me ha costado escribir, por tratarse de una vivencia personal. No obstante, creo que el esfuerzo puede merecer la pena. En primer lugar porque creo que mi experiencia puede servir de reflejo o ayuda a otras personas que puedan estar pasando por una situación similar, y en segundo lugar porque para mí es importante experimentar en primera persona todo aquello que defiendo y argumento en este blog, y en general, en mi día a día.

Como quiero que esta entrada sea lo más personal y sincera posible, comenzaré diciendo que yo me casé en el año 2009 tras seis años de convivencia con mi pareja. Desde el principio tuvimos claro que queríamos formar una familia una vez casados y comenzar así a vivir una nueva aventura, tanto personal como en pareja.

El tiempo fue pasando, asumimos los cambios que iban ocurriendo, cambiamos de trabajo, de ciudad, de ambiente, firmamos una hipoteca. En fin, siempre había algo que justificaba que no lográbamos un embarazo. Hasta que finalmente asumimos que teníamos que consultar con un especialista.

Efectivamente, existía un problema y la paternidad por vía natural no era posible en nuestro caso. Sí teníamos opciones de ser padres biológicos a través de una técnica in vitro denominada ICSI, pero las posibilidades habían quedado de repente reducidas a tan sólo un 23%.In vitro

Esta nueva realidad supuso para nosotros un golpe fuerte, del que tardamos unos días en recuperarnos. Afortunadamente, lo hicimos juntos, apoyándonos el uno en el otro. Apareció la palabra “culpa”. Fue fácil desprenderse de ella porque lo estábamos viviendo de una forma tan sobrevenida a nosotros, tan distante, que enseguida comprendimos que cualquiera de los dos podía ser el causante de la infertilidad, o incluso, ambos teníamos factores que podían influir en las causas. Aunque he de decir que  no desapareció. La culpa siempre ronda y aparece en la mayoría de las conversaciones que se pueden tener con los familiares sobre este tema. Nosotros siempre hemos tratado de protegernos el uno al otro, pero también entiendo que hay personas en nuestro entorno que necesitan indagar para saber quién es el que “falla”, buscar al “culpable”.

El primer ciclo in vitro lo viví con total desesperanza, sólo visualizaba el 23% de posibilidades y el abrumador 77% restante. No quería sufrir, no quería ni por un momento pensar que podía estar embarazada, para después desilusionarme. Mis pensamientos eran fundamentalmente negativos, y así, si al final salía bien, me llevaría una gran alegría, pero si no, no sufriría tanto. ¡Qué equivocada estaba!. Por supuesto, el tratamiento fue negativo.

He de decir que yo no me había preocupado excesivamente por la maternidad, e incluso siempre había barajado la posibilidad de la adopción como una opción maravillosa. Sin embargo, cuando la realidad se presenta sin parapetos y te enfrenta cara a cara con la verdad no hay quien pueda engañarse a sí mismo. Comencé a tener síntomas depresivos, gracias a mi formación los reconocí rápidamente, aunque eso no los aliviaba sino que me hizo comenzar una rueda de deseos imposibles: Hasta que no tenga un hijo no podré ser feliz”. También sufría por no poder hacer padre a mi marido, hasta el punto de llorar desconsoladamente por imaginarle dentro de 50 años, envejecido y con una enorme pena en sus ojos por no haber tenido hijos.

Este tipo de pensamientos me torturaban, pero lo peor apareció después. Comenzaron otros pensamientos como: “¿Realmente merezco tener hijos?”, “Tal vez no soy lo suficientemente buena y por eso la vida me castiga, porque no sería una buena madre”, “Hay gente a la que odio, reconozco mis sentimientos de odio”, “Con un hijo no estaría más sola, sólo quiero tener un hijo para estar acompañada, por eso la vida no me lo concede, soy mezquina”, “Soy mala, hay gente que aborrezco y me aborrece”, “No sirvo”, “No sabría hacerlo”, etc. No hay que ser licenciado en psicología para comprender que no estaba en mi mejor momento.

Una vez fui consciente de ello, busqué cómo podía mejorar mi situación, porque la solución de tener un hijo posiblemente no llegara nunca, por lo que tenía que buscar otras soluciones, así no podía seguir. Gracias a la vida que nos proporciona aquello que necesitamos en cada momento, descubrí los primeros cursos sobre Mindfulness que hice. Si alguien piensa que fue comenzarlos y mejorar la situación, se equivoca tanto como lo hice yo.

He de decir que la meditación y en su conjunto las técnicas de Mindfulness me hicieron llorar en muchas ocasiones y descubrir la parte más oscura de mi alma. Ahondé en mi soledad, en mi rabia, en el rencor, en los “¿por qué? a mí”, en las relaciones que me habían hecho tanto daño, en mi relación de pareja, en la relación conmigo misma, en mi sentido del yo, en quién me había convertido, en mis frustraciones, en mis carencias……

He conocido personas que comentan que en cuanto empiezan a meditar a las pocas semanas ya notan grandes mejorías. Yo reconozco que a las pocas semanas comencé a notarme más centrada, más tranquila y fundamentalmente, disfrutaba de los momentos de meditación, porque cuando lograba dejarme llevar eran momentos de paz, y en aquella época tenía pocos. Pero realmente, los cambios llegan con el tiempo, con los años.

Pasó un año hasta que me sometí al segundo tratamiento in vitro. Mis pensamientos ya habían cambiado. Ya no estaba centrada en la negatividad para evitar el sufrimiento, ahora estaba asustada. Ya sabía lo que era el sufrimiento, ahora no podría escaparme de él, ahora sólo tenía miedo. Recuerdo que me ponía a meditar los días después de la inseminación (pasan dos semanas hasta saber si finalmente se ha producido el embarazo) y las lágrimas rodaban sin parar por mis mejillas, no podía controlarlo ni evitarlo y además sentía que debía permitirlo, tenía que llorar y soltar y soltar y soltar….

Finalmente el resultado también fue negativo. Para mi sorpresa, aunque fue un disgusto, la meditación me ayudó a serenarme antes y no entrar de nuevo en la rueda de los pensamientos y emociones negativas. Simplemente los reconocía, los veía, los permitía durante un momento y después los dejaba ahí. Poco a poco el corazón se va reconstruyendo de nuevo. Surgen nuevos proyectos y la vida nos trae susurros que nos iluminan. A los pocos meses después de escuchar lo felices que eran una pareja que había adoptado a un niño de tres años, decidimos emprender ese camino.

Reunimos toda la información necesaria con una ilusión mayúscula, ahora sí, ahora me permitía estar abierta de par en par al sufrimiento, al rechazo, a los problemas que pueden presentar los niños en adopción, ahora estaba ahí para vivir la experiencia. Por supuesto también hubo trabas, el proceso es lento, y nos advirtieron en muchas ocasiones que se tardaba mucho, mucho, mucho tiempo. Pero qué más nos daba ya, si llevábamos esperando tanto tiempo y no pasaba nunca nada, era preferible estar dispuesto a sufrir que seguir sin hacer nada.

Por supuesto seguiríamos intentando ser padres biológicamente, pero ahora habíamos abierto nuestros corazones y nuestras mentes un poco más.

Y llegó el tercer tratamiento in vitro. Esta vez había pasado otro año desde el último, yo no estaba dispuesta a tener más miedo, ya me había cansado de jugar mi papel de víctima, me aburría el que los demás me tuvieran pena por no tener un hijo. Porque además yo estaba feliz con mi vida. Había aprendido tanto sobre mí misma en este proceso que había descubierto que detrás de todas mis sombras había luz, mucha luz. Ahora me quiero a mí misma mucho más, he aprendido a reclamar mi sitio, ya no me preocupo por aquellos con los que no tengo una relación perfecta, está bien, debe ser así. He aceptado que la maternidad es maravillosa pero no dependo de ella para ser feliz, porque ahora mismo ya lo soy. También he aprendido a desprenderme de muchas cosas materiales, de prejuicios, de miedos, de cosas que me aburren. He aprendido a ver la vida con otros ojos, ahora veo con más claridad el sol, las miradas de mi marido, las palabras y los silencios con los buenos amigos, el amor de la familia, aprecio cada día más la naturaleza y todo lo que nos ofrece.

Con esta mente nueva y renovada afronté este tercer tratamiento en Junio de este año. Ahora sí podía hablarle a mi futuro bebé, le soñaba, le acariciaba en mis sueños, le decía que le quería tanto si aparecía en mi vientre como si no. Le dejaba libre para nacer aquí conmigo o para que nos conociéramos en otro momento. En este punto, he de señalar que la espiritualidad es una parte fundamental también en el pensamiento Mindful y nos ayuda a entender aquello que la razón no puede comprender, a confiar en algo superior a nosotros mismos y que nos trasciende.

Embracing enlightenmentFinalmente, el resultado fue positivo. Tanto mi cuerpo como mi mente estaban limpias, y yo las sentía así, podían acoger a una nueva vida con todo el amor del mundo. Pero la vida todavía nos reservaba otra gran sorpresa: ¡son trillizos!. Ahora nos enfrentábamos a otra situación estresante, un embarazo múltiple de alto riesgo y la opción de la reducción embrionaria. (En otra entrada hablaré sobre cómo afrontamos la decisión sobre la reducción embrionaria para aquellos a quienes les interese.) Nunca estamos lo suficientemente preparados para lo que la vida nos depara en cada momento, pero ahora sé que puedo confiar. Tanto si lograba el embarazo como si no era así, yo había comenzado a apreciar y vivir mi vida de otra manera, viviendo momento a momento, sintiéndome parte del ahora y disfrutando de cada instante.

En este momento estoy embarazada de 14 semanas y todo va bien. Para mí, este proceso y el conocer las prácticas de Mindfulness han sido vitales, me han transformado y estoy plenamente convencida que han ayudado a lograr mi embarazo. Nuestros pensamientos ejercen una función poderosa sobre nuestro cuerpo, y aunque científicamente todavía no podemos explicar exactamente como se produce esta simbiosis lo que la investigación está demostrando es que los pensamientos y emociones que generamos influyen directamente sobre nuestro sistema hormonal favoreciendo la aparición de enfermedades o por el contrario fortaleciendo nuestro sistema inmunológico y creando barreras contra el estrés.

Si deseas realizar alguna consulta puedes enviármela al correo: cienciaconconcienciaplena@gmail.com.

6 comentarios en “Mindfulness y Fertilidad: bajo mi propia experiencia”

  1. Thank you, Pilar! This is a beautiful testimony and good food for thought. We have «plena consciencia meditaciòn» sessions at lunch time at work once a week and it is amazing the effect of the exercises on our state of mind and ability to handle stressful situations. I am sure longer practice will produce deeper change.

    Continue enjoying every day of your life!

    Me gusta

  2. Hola Pilar, en primer lugar quiero felicitarte por tu valentia, no sólo al compartir tu vivencia, sino también por todo el proceso. En segundo lugar, he decidido escribirte porque me siento bastante identificada con tu historia y tus sentimientos. Mi nombre es Beatriz, soy psicóloga y actualmente paso por una situación similar, aunque he podido quedarme embarazada, con mucha dificultad, ambos embarazos no han salido adelante. Me enfrento en estos meses a la decisión de comenzar sin más retraso a la ICSI, pero sé que no me siento bien ni mental ni emocionalmente, y como consecuencia, tampoco físicamente. He buscado ayuda en la acupuntura, homeopatia, etc. pero sólo me han ayudado a poder dormir un poco, algo que no consigo en muchos meses. De resto, veo como esta situación va afectando a toda mi vida, relaciones, familia, trabajo, y ando enfadada con la vida.
    Al leerte he recordado que he de estar bien, principalmente por mi, para volver a sentirme bien conmigo misma, algo primordial para poder seguir adelante con este proceso.
    He de parar un poco, mi mente ha de parar un poco para recuperar algo de paz y volver a ver la luz.
    Muchas gracias por compartir tu viviencia.

    Abrazos
    Beatriz

    Me gusta

    1. «Volver a la luz». Así me sentía yo también durante mucho tiempo, muy muy lejos de la luz. Cuando sufres una crisis como esta te haces consciente de que lo que no funciona no es sólo el hecho de no poder ser madre, sino que hay otros factores en tu vida que poco a poco se han ido apoderando de tu propio ser. Aunque es un proceso duro y difícil en muchos momentos, también tiene otros maravillosos en los que tu mente se abre, se expande y deja espacio para que se llene de cosas nuevas.
      Cuando empezamos a trabajar nuestra mente (pensamientos, sentimientos, emociones) necesitamos ciertas explicaciones «racionales» para comenzar a comprender hacia dónde se dirige el cambio. A mí me sirvió mucho leer a Eckhart Tolle, en concreto empecé leyendo «Un nuevo mundo, ahora». Tengo el libro lleno de textos subrayados y preguntas escritas en los márgenes porque no entendía ciertas cosas… con el tiempo esas dudas se van resolviendo.
      Espero haberte servido de ayuda y si necesitas hablar o información sólo tienes que escribirme. Algo importante que aprendí es que lo que vemos a nuestro alrededor es pura proyección. Así que si yo he aparecido en «tu proyección» es por una razón, aunque todavía no la conozcamos.
      Un abrazo enorme Beatriz.

      Me gusta

  3. Hola Pilar! Que alivio es saber que hay gente que vive y siente lo que uno! Actualmente estamos a punto de iniciar un tratamiento y ya hemos perdido un embarazo natural el año pasado… Luego de este comenzamos a indagar mucho mas y descubrimos que hoy nuestro deseo ya no sera tan simple de conseguir… Yo estoy casi segura de que coincidió con momentos muy duros y lo dificil que fue reponernos a aquella experiencia. Estoy convencida de que cuando logre nivelar mi energia, sentimientos y pensamientos el milagro va a ocurrir. Gracias y que puedas disfrutar plenamente de esta etapa que comienza! (ya estoy buscando los libros de Eckhart Tolle!!). Un cariño, Viviana

    Me gusta

    1. Me ha encantado que utilices la palabra «milagro». En este proceso yo encontré a una persona que siempre mencionaba esta palabra, a la que yo era completamente reacia. La ciencia, la biología era la que tenía que hacer su trabajo!!! Como menciono en el artículo, la vida te lleva donde tienes que estar y coincidí con esta persona formando un grupo de espiritualidad para ayudar a otras personas en su proceso de muerte. Poco a poco mis esquemas fueron cambiando y empecé a darle una oportunidad a esos «milagros» que nos ocurren diariamente. Otro libro que llegó a mí en esos días fue: «Un curso de milagros» de la Foundation for inner paece. Es una lectura para hacer cuando el trabajo interior está más avanzado, pero por el título ya te puedes hacer una idea de lo potente que es.
      En tu convencimiento está tu fuerza Viviana. Vivo y siento lo que tú. Un abrazo fuerte.

      Me gusta

Deja un comentario