Maternidad Consciente, Mindfulness

Mindfulness como tratamiento para la infertilidad.

En el año 2014, escribía otra entrada relacionada con las terapias Midfulness y la fertilidad, https://wordpress.com/post/cienciaconconcienciaplena.com/402, en éste caso, hablaba sobre mi propia experiencia, como no puede ser de otra manera, una vez logrado mi primer embarazo.

Nueve años después, hay una gran recopilación de estudios científicos para tratar de amortiguar los efectos estresantes de los tratamientos en fertilidad mediante la práctica de Mindfulness.

Yo soy un ejemplo más de como este tipo de terapias, si bien no son la “píldora mágica” para lograr un embarazo, sí alivian en gran modo la forma en que nos tratamos a nosotras mismas y a nuestras parejas durante el/los proceso/s de fertilidad. El hecho de poder manejar el estrés de un modo más saludable, contribuye obviamente a mejorar nuestras reacciones físicas al tratamiento y, como se ha demostrado (Jing Lia, Ling largo, y cols.), ha mejorar las tasas de embarazo.

Varias universidades han desarrollado durante estos años programas basados en Mindfulness para la infertilidad (MBPI),a modo de resumen, lo que han visto en sus estudios sobre la eficacia de este programa es lo siguiente:

A nivel psicológico la infertilidad se presenta como una crisis vital muy exigente que a menudo genera en las parejas depresión y ansiedad.

Aunque cada día hay más mujeres que rompiendo los paradigmas establecidos hasta ahora, deciden emprender el camino a la maternidad solas, lo más habitual, por el momento, es que este proceso se viva dentro de la pareja. Estás parejas se ven resentidas y es común que sientan una menor satisfacción conyugal que antes de comenzar con el tratamiento. Esto se debe a:

– Existen diferencias en cuanto a la manera más efectiva de manejar el estrés que genera la infertilidad. Las mujeres sometidas a las diferentes intervenciones se ven, a veces, abrumadas por todos los cambios que implican en su día a día: introducir medicación, cambios hormonales, citas y pruebas médicas continuas, mientras que la persona que no se somete a la intervención, puede ver menos afectada su agenda diaria y por lo tanto generar menos estrés.

– Los miembros de la pareja a menudo, tienen patrones de comunicación diferentes, especialmente en el caso de las parejas formadas por hombre y mujer. En estos casos las mujeres presentan una gran demanda para comunicarse con su pareja y mostrar sus sentimientos de tristeza, ansiedad, angustia o desesperanza, mientras que los hombres suelen buscar comunicaciones resolutivas y evitar las conversaciones que impliquen angustia emocional. De este modo, las mujeres no se sienten escuchadas y apoyadas y pueden tener la sensación de que su pareja no desea formar parte de este proceso con el mismo grado de implicación que ellas. Mientras que los hombres se encuentran ante el paradigma de intentar hacer todo lo posible por mejorar la situación, sin embargo, ven que no pueden ayudar en nada y a su pareja cada vez más deprimida.

– También, especialmente en las parejas formadas por hombre y mujer, podemos ver estrategias de afrontamiento diferentes. Las mujeres buscan el apoyo social, normalmente son ellas las que acuden o buscan la consulta profesional y también hablando en su red social con personas que hayan pasado por situaciones similares. También utilizan más a menudo estrategias de evitación, como no quedar con amigas embarazadas o con niños pequeños. Los hombres, sin embargo, suelen querer tomar distancia con el dolor, evitan el tema de la infertilidad, minimizan su importancia y buscan soluciones a corto plazo. Estas estrategias pueden aliviar o funcionar de forma individual para no tener una sobrecarga de estrés, pero a nivel de pareja influye incrementando el malestar y separando emocionalmente a ambos miembros.

– Por otro lado, también se ha visto que el estrés generado influye en la disminución de la satisfacción en las relaciones sexuales de la pareja. Por su parte, las mujeres manifiestan una disminución del deseo sexual y se sienten menos deseables. Los hombres, también reflejan esa disminución del deseo sexual, hay casos de disfunción eréctil y sentimientos de instrumentalización al ser el único objetivo del sexo de la pareja la concepción de un hijo.

– Otro motivo de queja en las parejas es la cantidad de información sobre el proceso que se va a compartir con familiares y amigos y el círculo con quienes se va a compartir dicha información. Si bien, al principio de los tratamientos pueden darse distintas visiones sobre qué información compartir y con quién, en los casos en los que los tratamientos repetidamente son fallidos, o hay pérdidas gestacionales reiterativas, las parejas suelen disminuir el flujo de información de modo bastante consensuado.

– La forma en la que se abordan las pérdidas que surgen a lo largo del proceso también pueden ser un motivo de discusión en la pareja. Estas pérdidas pueden ser desde la pérdida de control de su vida diaria, los tratamientos fallidos, abortos espontáneos, muerte fetal. Las parejas deben hacer un duelo por estas pérdidas, ya que si no lo hacen tienen riesgo de sufrir más ansiedad y angustia en el futuro. En ocasiones, tanto la angustia por el duelo sufrido como la falta de recursos para poder manejar esos duelos son objeto de enfrentamientos en la pareja.

El manejo de la edad también es otro factor que ocasiona conflicto, habitualmente se nos da una imagen de la mujer que no corresponde a la realidad. La fertilidad femenina comienza a disminuir a los 28 años y disminuye notablemente a partir de los 37. Estamos acostumbrados a ver a mujeres famosas retrasar su maternidad hasta edades realmente altas y hemos trasladado ese retraso a nuestras vidas cotidianas. Cada vez es más frecuente que la maternidad se dé a partir de los 35 o 40 años. Esto ocasiona un gran impacto para las parejas que idealmente habían planificado su maternidad/paternidad retrasando el momento hasta tener su carrera profesional, estabilidad económica, etc., y a ahora se enfrentan a una gran dificultad para lograr la concepción de un hijo. Habitualmente surgen sentimientos de culpa y conflicto matrimonial en torno a cómo se tomaron las decisiones para postergar la concepción de un hijo.

Tras ver los problemas más habituales entre las parejas que se someten a procesos de fertilidad, los programas que se han desarrollado basándose en Mindfulness han encontrado que la práctica de la atención plena ayuda a las parejas que se sienten abrumadas por todos los pensamientos y emociones negativas que experimentan durante este proceso.

La práctica de la atención plena nos centra en el momento presente con aceptación compasiva y sin prejuicios de la propia experiencia.

Los resultados de los diferentes estudios hasta ahora avalan que el uso de la meditación consciente ayuda a las parejas a manejar los pensamientos negativos, rompen los ciclos de evitación emocional y dan poder de resilencia a las parejas. Todo esto contribuye a mejorar la satisfacción conyugal independientemente del resultado del tratamiento, y además mejora las tasas de embarazo, que es el objetivo inicial por el que estas parejas acuden a consulta.

Si necesitas más información o quieres iniciar un tratamiento y necesitas apoyo psicológico, puedes contactarme en: cienciaconconcienciaplena@gmail.com. Ofrecemos acompañamientos psicológicos durante los procesos de fertilidad, así como consultas de pareja y/o sesiones individuales.