Mindfulness, Psicología Positiva

AUTUMN IS COMING

OtoñoEstamos a punto de comenzar el Otoño, en esta época retomamos las rutinas adquiridas durante todo el año. Los niños vuelven al colegio y a sus actividades cotidianas, en el trabajo vuelve la carga habitual, nuestras actividades de ocio se adaptan a los horarios de invierno, cambiamos la hora…, volvemos a nuestras rutinas diarias.

Sin embargo, muchas personas viven la llegada del Otoño, como una auténtica amenaza, sufren de un trastorno del ánimo con patrón estacional. Suele manifestarse en el trastorno bipolar, I y II y en la Depresión Mayor. En la mayoría de los casos los episodios suelen empezar en Otoño o Invierno y remitir en Primavera.

¿A quién afecta más?

Entre el 60% y el 90% de las personas que sufren algún trastorno con patrón estacional son mujeres. El otro gran factor de riesgo es la edad, los jóvenes son más propensos a sufrir episodios depresivos invernales.

Depresión otoñal¿Cómo puedo darme cuenta?

A veces los síntomas pueden pasar desapercibidos tanto para la persona que los sufre como para sus familiares, aquí tienes algunas pistas:

  • ¿Te sientes cansado/a? ¿Notas que te falta energía?
  • ¿Sufres somnolencia? ¿Tienes más ganas de dormir que de costumbre?
  • ¿Tu apetito ha aumentado últimamente? ¿Has engordado?
  • ¿Sientes que no tienes motivación para emprender nuevos proyectos? ¿Has empezado a realizar alguna actividad nueva últimamente?
  • ¿Te sientes triste o decaído sin una razón aparente? ¿Has experimentado cambios de humor?
  • ¿No encuentras el mismo placer haciendo cosas con las que solías disfrutar?
  • ¿Prefieres quedarte en casa a salir fuera con tus amigos o tu familia?

Si has contestado afirmativamente a todas o la mayor parte de estas preguntas, puedes estar sufriendo un episodio estacional.

¿Qué puedo hacer?

La adquisición de hábitos saludables puede paliar y prevenir muchos trastornos, no sólo estos, por lo que te animamos a que practiques algunos de los que detallamos a continuación:

  • Toma el sol al aire libre: En Otoño, la luz solar es menor. Muchas de las terapias que se utilizan para este tipo de trastornos implican la exposición a la luz para compensar este déficit. Aprovecha los días de buen tiempo, siéntate, relájate y siente el sol en tu cara, tus manos, tu piel. Recuerda que todavía pueden incidir los rayos solares, si planeas permanecer al sol durante mucho tiempo, utiliza protección solar.
  • Organízate: El Otoño suele ser una época revuelta para la agenda. Comenzamos muchas actividades después de unos meses en los que las vacaciones y el tiempo de ocio han prevalecido. Para evitar el estrés de ¿y hoy qué toca? Anota en tu agenda semanal lo que tienes que hacer, te ayudará a aprovechar tu tiempo y encontrar huecos para disfrutar de cada momento.
  • Planea actividades al aire libre: la climatología todavía respeta muchos días en Otoño, sal fuera, tomate algo en una terraza, pasea por la ciudad, saca al perro medio hora más. Permítete ese momento, nota el aire en el rostro, observa cómo baja la temperatura en estos días, como oscurece antes, observa los cambios de luz en tu entorno.
  • Practica ejercicio: El deporte nos ayuda a eliminar tensiones. Observa cómo te sientes después de la ducha. El cuerpo se relaja, te sientes bien contigo mismo/a, disfruta con los olores de la ducha, con el tacto de tu crema o aceite corporal.
  • Sal con tus amigos: La agenda cultural y de nuevas actividades vibra en esta estación, apúntate a algo con algún amigo o familiar, es la excusa perfecta para verle todas las semanas. Mírale a los ojos, pon atención en lo que te cuenta, observa cómo te sientes.
  • Medita: relaja tu mente y tu cuerpo, concéntrate en la respiración, cierra los ojos y observa.

Si los síntomas persisten y no te sientes bien, ponte en contacto con tu especialista de confianza. Nosotros también podemos asesorarte, échale un vistazo a nuestras formas de contacto.

Psicología Positiva, RRHH

Resiliencia; un ajuste saludable a la adversidad.

el-juncoLa resiliencia como concepto, es un término que proviene de la física y se refiere a la capacidad de un material para recobrar su forma después de haber estado sometido a altas presiones (López, 1996).

En nuestro ámbito, la resiliencia es la capacidad de una persona o grupo, o bien una organización, para seguir proyectándose en el futuro a pesar de situaciones desestabilizadoras, de condiciones de vida difíciles y de traumas graves. El concepto de personalidad resistente aparece por primera vez en la literatura científica en 1972 como protección frente a los estresores; son Kobasa y Maddi los autores que desarrollan el concepto, a través del estudio de personas que ante hechos vitales negativos parecían tener unas características de personalidad que les protegían.

Mihaly Csikszentmihalyi en su artículo de 2000, de introducción a la Psicología Positiva comenta que “De niño, fui testigo de la disolución del mundo confortable en el que estaba cómodamente instalado. Me di cuenta con sorpresa cómo muchos de los adultos que habían conocido el éxito y la confianza en sí mismos se convertían en impotentes y desanimados una vez que tras la guerra perdieron los apoyos sociales. Sin trabajo, dinero o estatus, se vieron reducidos a cascarones vacíos. Sin embargo, hubo unos pocos que mantuvieron su integridad y propósito a pesar del caos que les rodeaba. Su serenidad era un faro que evito que otros perdieran la esperanza. Y estos no eran necesariamente los más respetados, ni con la mejor educación, ni las personas más capacitadas, esta experiencia me hizo pensar: ¿Cuál era la base de esa fuerza que tenían estas personas?”.

Rutter en 1990 descubrió hallazgos sobre el desarrollo y el funcionamiento del cerebro a partir de las bases biológicas del fenómeno de la resiliencia. Debe tenerse en cuenta, que la resiliencia no es algo que se adquiera o no se adquiera, sino que conlleva a conductas que cualquier persona puede desarrollar y aprender.

Los individuos resilientes destacan por poseer un alto nivel de competencia en distintas áreas, ya sea intelectual, emocional, buenos estilos de afrontamiento, motivación al logro, autogestión, autoestima elevada, sentimientos de esperanza, autonomía e independencia entre otras áreas. Y esto ha podido ser así incluso cuando el área afectada es tan básica para la vida, como la nutrición. Para esclarecer el fenómeno de la resiliencia, los estudios apuntan a las características del ambiente en que se han desarrollado los sujetos resilientes: tenían una corta edad cuando les ocurrió algún evento traumático; provienen de familias conducidas por padres competentes, estaban integrados en redes sociales de apoyo que les brindaban relaciones cálidas.

Respecto al funcionamiento psicológico que protege del estrés a las personas resilientes señalaremos:

  • Mayor coeficiente intelectual y mejores habilidades de resolución de problemas
  • Mejores estilos de afrontamiento
  • Empatía, conocimiento y manejo adecuado de las relaciones interpersonales
  • Sentido del humor positivo.

Lo que hace que un individuo desarrollo la capacidad de ser resiliente es la formación de personas socialmente competentes que tengan la capacidad de tener una identidad propia y útil, que sepan tomar decisiones, establecer metas y esto involucra lugares sociales que implican a la familia, a los amigos y a las instituciones (Ramirez, 1995).

Por todo ello la resiliencia se sitúa en una corriente de psicología positiva y dinámica de fomento de la salud mental y parece una realidad confirmada por el testimonio de muchas personas que, aún habiendo vivido una situación traumática, han conseguido encajarla y seguir desenvolviéndose y viviendo, incluso en un nivel superior, como si el trauma vivido y asumido hubiera desarrollado en ellos recursos latentes e insospechados. Aunque durante mucho tiempo las respuestas de resiliencia han sido consideradas como inusuales e incluso patológicas por algunos expertos, la literatura científica actual demuestra de forma contundente que la resiliencia es una respuesta común y su aparición no indica sino un ajuste saludable a la adversidad.