Para Seligman y Csikszentmihalyi (2000), la Psicología Positiva no es sino una rama de la Psicología, que con la misma rigurosidad científica que ésta, focaliza su atención en un campo de investigación e interés distinto al adoptado tradicionalmente: las cualidades y características positivas humanas.
Según estos autores los mayores progresos en prevención han venido desde perspectivas centradas en la construcción sistemática de competencias. En este sentido, se ha demostrado que existen fortalezas humanas que actúan como amortiguadoras contra el trastorno mental y parece existir suficiente evidencia empírica para afirmar que determinadas características positivas y fortalezas humanas como el optimismo, la esperanza, la perseverancia, o el valor, entre otras, actúan como barreras contra dichos trastornos.
Sin embargo, de forma histórica, la psicología ha concebido al ser humano como un sujeto pasivo, que reacciona ante estímulos del ambiente. Desde el paradigma conductista, la psicología se enseñaba como si fuera una rama de la mecánica estadística, presentando a los seres humanos como focos pasivos: los estímulos se encienden y suscitan respuestas. Refuerzos externos, que debilitan o fortalecen las respuestas de los sujetos. Durante mucho tiempo el foco de la psicología aplicada se ha centrado en curar el sufrimiento de los individuos y ha habido una explosión en la investigación de los trastornos mentales y los efectos negativos de los estímulos estresores. Los profesionales han tenido el cometido de tratar los trastornos mentales de los pacientes dentro de un marco patogénico en el que es crucial la reparación del daño. Sin embargo, la Psicología no es sólo un brazo de la Medicina centrado en la enfermedad, la salud mental es mucho más que eso. En los últimos años se han alzado voces que, retomando las ideas de la Psicología Humanista acerca de la necesidad del estudio de la parte positiva de la existencia humana, han aportado un sólido aporte empírico y científico a esta parte descuidada de la psicología.
El término Psicología Positiva ha sido desarrollado por Martín Seligman, investigador que, habiendo dedicado gran parte de su carrera al trastorno mental y al desarrollo de conceptos como la indefensión aprendida, ha dado un giro radical en su orientación, elaborando y promoviendo una concepción más positiva de la especie humana.
La Psicología Positiva tiene como objeto optimizar el funcionamiento humano positivo a través del conocimiento científico y de intervenciones eficaces que logren hacer florecer a los individuos, familias, comunidades (organizaciones).
Desde este punto de vista, la psicología positiva insiste en la construcción de competencias y en la prevención. Para Seligman, el concepto de psicología positiva no es nuevo en la psicología, ya que antes de la Segunda Guerra Mundial la Psicología se había propuesto alcanzar tres misiones distintas:
- Curar la enfermedad mental
- Que la vida de todas las personas fuera más productiva y satisfactoria
- La identificación y el cuidado del gran talento
En un primer momento, surgieron estudios como los de Terman sobre la superdotación y la felicidad conyugal (Terman, 1939) y civil (Terman, Bütten-Wieser, Ferguson, Johnson y Wilson, 1938), Watson estudió la crianza efectiva (Watson, 1928) y Jung realizó un trabajo relativo a la búsqueda y el descubrimiento del significado de la vida (Jung, 1933). Inmediatamente después de la guerra, dos eventos (ambos económicos) cambiaron el curso de la Psicología:
- En 1946 se funda la Administración de Veteranos (Veterans Affairs), y miles de psicólogos descubrieron que podían ganarse la vida tratando enfermedades mentales.
- En 1947 se funda el Instituto Nacional de Salud Mental, basado en el modelo tradicional de la enfermedad, en este momento, los académicos descubrieron que podían obtener subvenciones si la investigación que realizaban era sobre la patología.
Esto proporcionó muchos beneficios, puesto que ha habido grandes avances en la comprensión y el tratamiento de la enfermedad mental, al menos 14 trastornos previamente intratables, lograron ser curados o aliviados considerablemente (Seligman, 1994). Sin embargo, las otras dos misiones (hacer que la vida de las personas fuera más productiva y satisfactoria y el cuidado e identificación del gran talento) fueron casi olvidadas.
De la misma manera, podemos encontrar claras tendencias positivistas en la corriente humanista de los años 60, representada por autores tan reconocidos como Carl Rogers, Abraham Maslow o Erich Fromm. Desgraciadamente la psicología humanista no se ha visto acompañada de una base empírica sólida y ha dado lugar a una inmensa cantidad de movimientos de autoayuda dudosos y poco fiables (Seligman y Csikszentmihalyi, 2000). En esta búsqueda de la mejora del ser humano, de las características que hacen que florezca su potencial, la psicología positiva no confía en sueños dorados, utopías, espejismos, fe, ni autoengaño, sino que adopta el método de la psicología científica, ampliando el campo tradicional de actuación.
En palabras de Martín Seligman, la Psicología Positiva surge como un intento de superar la resistente barrera del 65% de éxito que todas las psicoterapias han sido incapaces de sobrepasar hasta hoy. Las técnicas que surgen de la investigación en psicología positiva vienen a apoyar y complementar las ya existentes. Gracias a la investigación teórica en torno a esta área, el abanico de la investigación se verá ampliamente enriquecido. En este sentido la relación de variables como el optimismo, el humor o las emociones positivas en los estados físicos de salud se alza como uno de los puntos clave en la investigación en Psicología Positiva. Es decir, busca comprender, a través de la investigación científica, los procesos que subyacen a las cualidades y emociones positivas del ser humano, durante tanto tiempo ignoradas por la Psicología.
El objeto de este interés no es otro que aportar nuevos conocimientos acerca de la psique humana no sólo para ayudar a resolver los problemas de salud mental que adolecen a los individuos, sino también para alcanzar mejorar la calidad de vida y el bienestar, todo ello sin apartarse nunca de la más rigurosa metodología científica.
La Psicología Positiva presenta un nuevo punto de vista desde el que entender la psicología, un nuevo paradigma, en el que superar los conceptos centrados en la patología y crear una terminología positiva que complemente las abundantes expresiones negativas tan presentes en la psicología tradicional. El impacto de este nuevo paradigma no sólo tendrá efectos positivos individuales, también tendrá efectos sociales, beneficios en un mundo complejo que constantemente plantea nuevos retos para sus habitantes.
Basado en:
Seligman, M.E.P. y Cskszentmihalyi, M. (2000). Positive psychology: an introduction. American Psychologist, 55, 5 – 14.
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