Demócrito (640 A.C.) ya argumentó que no es lo que les sucede a las personas lo que determina cuán felices son, sino la manera de interpretar lo que les sucede.
El psiquiatra George Vaillant (2000) nos recuerda que es imposible describir los procesos psicológicos positivos sin tener en cuenta una esperanza u objetivo en la vida, hay que hacerlo desde un enfoque longitudinal. Nos sugiere: “No llamen a ningún hombre feliz hasta que muere”.
Martin Seligman define el sentido de la vida como “uso de las fortalezas y virtudes al servicio de algo más grande que el individuo”. Comenta que la felicidad auténtica se entiende también como un “prologo de una vida con sentido”.
Para Margaret Greenberg: “Identificar, entender y aplicar las fortalezas son conceptos de una piedra angular para vivir una vida productiva y significativa”.
Mihaly Csikszentmihalyi entiende que: “La creación de significado consiste en poner orden en los contenidos de la mente mediante la integración de las acciones propias en una experiencia de flujo unificada”.
Como vemos, hay varios acercamientos al tema del significado de la vida, aunque falta investigación al respecto. Edward Diener (2000) ha realizado unos estudios en este campo sobre el bienestar subjetivo referido a lo que las personas pensamos y cómo nos sentimos sobre nuestras propias vidas. También David Myers (2000) ha estudiado este tema. Estos estudios nos indican que los valores tradicionales: familia, religión, deporte, arte, etc., contienen elementos importantes que contribuyen a dar significado a nuestras vidas y que por lo tanto, han contribuido a que persistan a través de las generaciones.
Vídeos relacionados: