Debemos tener en cuenta que la mayoría de las personas, y por lo tanto, también de los trabajadores, somos personas “normales” no “excelentes”, por eso necesitamos ejemplos y consejos para llegar a lograr unos resultados óptimos o excelentes.
La sabiduría es una de las características más apreciadas en todas las culturas; de acuerdo con el Antiguo Testamento, su precio está por encima de los rubíes (Job 28:18). Es una creencia generalizada que la sabiduría (excelencia) viene con el paso de los años. Sin embargo, Reed Larson (2000) ha estudiado el desarrollo de la excelencia en jóvenes, encontrando que alrededor de un tercio del tiempo que los jóvenes pasan estudiando se están aburriendo. Larson sostiene que los jóvenes en nuestra sociedad, rara vez tienen la oportunidad de tomar la iniciativa, y que su educación alienta adaptación pasiva a las reglas externas. Él explora la contribución de las actividades voluntarias, tales como la participación en el deporte, el arte y las organizaciones cívicas, para ofrecer oportunidades y lograr un esfuerzo autodirigido.
Del mismo modo, muchos departamentos de recursos humanos también alientan estas mismas actividades voluntarias y comportamientos cívicos en la empresa, obteniendo similares resultados. Es por ello, por lo que debemos encaminar nuestras acciones al desarrollo de las capacidades de nuestro capital humano.